Partimos del Caribe con los constantes vientos alisios del noreste, típicos de la temporada. Si bien la ida es más cómoda, navegando a favor del viento y con el barco prácticamente plano, el regreso es completamente a barlovento y por el agua. Además, mientras que en la ida se va casi siempre en traje de baño y pantalones cortos, en la vuelta se va bien vestido, ¡a menudo con el propio impermeable!
Los primeros días son cálidos, casi una extensión del calor caribeño, y pasan rápidamente con vientos constantes de 15 a 20 nudos, rumbo norte hacia Bermudas. Luego, lentamente, el mar cambia: las olas se alargan, el viento se refresca y el horizonte se convierte en un espacio inmenso y monótono, ¡donde cielo y agua se funden sin un límite claro! A bordo, el ritmo se estructura en turnos: tres horas de guardia, tres horas de descanso, con revisiones regulares de las velas, la ruta y las actualizaciones meteorológicas. Y el viento cambia de norte a noroeste, así que cambiamos de rumbo y así sucesivamente hasta la llegada: Ponta Delgada - Islas Azores, el primer puesto avanzado en el Atlántico oriental. ¡La travesía ha terminado, y la antigua ruta nos ha conducido una vez más a nuestro destino! Llegar a puerto nunca es solo un desembarco: es un rito de paso. Nuestra mirada se dirige a tierra firme con gratitud, pero nuestro corazón permanece suspendido entre las infinitas olas que nos han enseñado toda la sabiduría del mar.
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