La travesía del Atlántico en un velero representa para muchos una etapa intermedia en la vida (por ejemplo, un punto de inflexión tras el "giro", una prueba de uno mismo tras una jubilación o un mal momento, etc.). Para otros, en posesión de una licencia náutica, es una forma de navegar que hasta entonces sólo se había leído en libros o escuchado a través de voces narradoras de acontecimientos, testimonios directos, documentales. Es por esto que las premisas antes reseñadas son ESENCIALES y DETERMINANTES para el éxito tanto técnico como humano-social de la propia Travesía.
Para dar el "gran salto" hacia el Caribe, la tripulación tiene previsto embarcar en Tenerife. En función de la llegada de los participantes, se realizarán asignaciones de camarote, sesiones informativas y actividades preparatorias en el barco. Dado que estos últimos requieren un largo período de tiempo, la tripulación es bienvenida incluso días antes de la salida real, previo acuerdo con el instructor-comandante. De hecho, estos momentos son muy importantes para abordar y prepararse mentalmente con una experiencia tan "inmersiva", además de útiles para familiarizarse con el barco, con sus espacios internos y externos, con los instrumentos, tareas y obligaciones, con el comandante y con sus compañeros de tripulación. Experimentar el clima previo a la salida es muy bonito, muy rico en emociones, estados de ánimo y expectativas diferentes para todos y compartirlos ayuda a establecer incluso antes un clima compartido y común, que luego será muy útil cuando durante el día, a bordo, todos tendrá su propio papel de apoyar a los demás.
La realización de la cocina es una de las últimas operaciones que se realizan a bordo antes de abandonar los amarres. Después de preparar la lista con el tipo y cantidad de alimentos, bebidas, etc., un grupo se encarga de ir a comprar. A su regreso, la estiba se realiza en las distintas puertas visibles y/u ocultas de la embarcación, para mayor coherencia de uso y durabilidad.
Mientras se llenan los depósitos de agua (no potable, sólo de uso diario) y combustible del barco, comienzan las llamadas telefónicas para despedirse de los seres queridos: de repente, surge la conciencia de que durante un par de semanas todo tendrá que seguir adelante. sin nosotros.
Los que estén a bordo sólo tendrán que preocuparse de hacer sus turnos (incluso de noche) a bordo, manteniendo el rumbo del barco, sin trasluchadas ni actos de protagonismo que puedan provocar roturas estructurales o, peor aún, poner en peligro a los tripulantes.
Disfrutar de todo lo que la vida nos vuelve a ofrecer, en su esencialidad y en un escenario de lo más natural, que pocas veces tenemos la oportunidad de vivir en nuestro día a día.
Las emociones de los momentos en que sueltas amarras para cruzar el Atlántico son muy fuertes: te recibirán ancianos curiosos con miradas casi de envidia o incluso niños de ojos brillantes, con una mezcla de curiosidad y asombro ante solo imaginando la gran aventura que te espera.
Una vez izadas las velas, la primera parte del recorrido continúa hacia el sur en busca de los vientos alisios, que luego pueden empujarnos, rumbo 270°, hacia el Caribe.
En estos primeros días la navegación se sigue realizando en latitudes que implican condiciones climáticas marinas variables e impredecibles: vientos del noroeste, del sur, lluvias, con temperaturas y clima aún frescos y esto lo notaremos durante los turnos de noche, donde Será necesario estar vestido adecuadamente para la lluvia, el viento y la humedad impredecibles. La ola del océano empieza a regular la navegación y cambia a bordo, empezamos a "escuchar al barco", como nos gusta decir: cómo reacciona ante los distintos tipos de olas cuando chocan en los costados y cómo nosotros, con el timón , puede complacerla y apoyarla en sus movimientos.
Con el paso de los días y la entrada de los vientos alisios, la navegación oceánica se revela en todas sus especificidades, muy diferentes de la mediterránea: unas pocas maniobras y velocidades constantes durante días sin tener que cambiar las velas, pueden caracterizar la navegación oceánica si el tiempo es estable, a “ritmo lento”.
Pese a ello, no es raro que en el horizonte aparezcan borrascas, las características nubes que casi siempre traen lluvias violentas y de corta duración.
Si las condiciones meteorológicas lo permiten, tras aproximadamente 5 días de navegación, se podrá prever una parada en Cabo Verde.
Útil y cómoda etapa intermedia que te permite, por un lado, tocar tierra si aún no estás familiarizado con la navegación oceánica, y por otro, repostar y estirar las piernas durante un par de días, para descubrir las playas de sus islas. . Una vez que partimos de Mindelo, el océano se vuelve a abrir frente a nosotros con unos 12-14 días más de navegación en mar abierto.
En los largos días y noches (porque al principio todo te parecerá nuevo, todo rápido pero conforme pasan los días te sentirás absorbido por el mar), siempre encontrarás algo que hacer: no faltará de libros para leer en el comedor, como también para jugar a las cartas, para desafiarse unos a otros como "personas mayores con experiencia" alrededor de una mesa. Podrás cocinar, intentar pescar o refrescarte con agua de mar bien atada a la popa: siempre sin tomar la iniciativa directa y preguntando primero, respetando la seguridad y las limitaciones impuestas por el tipo de clima y las condiciones del mar y bajo instrucciones directas del comandante. -instructor. Y siempre siguiendo la naturalidad que impone el entorno que nos rodea y sus tiempos.
Los días previos a llegar al Caribe casi parecen hacerte sentir de nuevo como un niño, esperando regalos y a Papá Noel: con la misma curiosidad y expectación que imaginas el día de llegada, imaginas qué hacer una vez en tierra, cuántos y qué alimentos y bebidas querremos volver a probar (como si fuera la primera vez).
El contacto de la radio de a bordo con el puerto que da el visto bueno de entrada y amarre despierta de repente como de un largo sueño (o de un sueño): "todavía hay vida". Los teléfonos se encienden, "si pero a quién le importa si pago el roaming, hola soy yo, ya llegamos".
Es un momento, o más bien fue un momento. La adrenalina ahora se siente en el salto desde el banco.
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